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02 enero 2012

LOS TRES REYES MAGOS



Tres Reyes Magos

Sí, los Reyes Magos son tres: Melchor, Gaspar y Baltasar. Son tres Reyes de Oriente que cada año, el llamado día de Reyes, traen los regalos a los mayores y muy especialmente a los niños. Aunque según algunos pudieron ser más de tres (los armenios, por ejemplo, suponen que fueron 12).

El Papa San León estableció que eran tres los Reyes Magos que fueron a adorar al niño Jesús guiados por una estrella: Melchor, Gaspar y Baltasar  y que los regalos que llevaban eran oro, incienso y mirra.

Los tres Reyes Magos venían de países muy lejanos y fueron guiados por una señal del cielo, una "estrella".(Años después los hombres de ciencia señalaron que pudo ser un cometa).

Desde entonces, cada año, los tres Reyes Magos llevan regalos y presentes de Paz y buena voluntad a los niños.

Los tres Reyes Magos y el significado de sus regalos

El oro, el incienso y la mirra tienen cada uno un significado:

Melchor (Magalath), anciano de blancos cabellos y larga barba del mismo color  procedente de Europa,  entrega la mirra. La mirra es una sustancia rojiza aromática que es común en Medio Oriente y Somalia. Era muy valorada en la antigüedad para la elaboración de perfumes. La mirra es el símbolo del hombre.

Gaspar (Galgalath), el más joven y rubio de los tres reyes magos procedía de Asia. Gaspar entrega el incienso. El incienso es una preparación de resinas aromáticas vegetales a las que se añaden aceites de forma que al arder, desprenda un humo fragante y un olor característico. El incienso en el símbolo de Dios. En muchas religiones el incienso se utiliza en los ritos religiosos.

Baltasar(Serakin), de raza negra  procedente de África entrega el oro, el más precioso de los metales. El Oro es el símbolo del Rey.

La descripción de los tres Reyes Magos fue hecha en el siglo XIV por un monje benedictino, Beda, que los describió en un códice.



Día de los Reyes Magos

El día 6 de Enero de cada año se celebra el día de los Reyes Magos. Es uno de los días más esperados por los niños dado que en España y muchos países de América Latina, es esta festividad de los Reyes Magos la elegida para que sus majestades hagan la entrega de los regalos a los niños. Todo es mágico, el día anterior con la Cabalgata, la noche de la víspera, la mañana siguiente, los regalos, el carbón...

Ni la creciente actividad y generosidad de Papá Noel, ni del Olentzero ni de Santa Claus han hecho eclipsar a lo Reyes Magos.

Para celebrar un buen día de los Reyes Magos es necesario con anterioridad haber seguido unos pasos:

1. Portarse bien. Portarse bien durante todo el año.

2. Escribir la carta a los Reyes Magos. Escribir una bonita y sincera carta con los regalos y hablarle a los Reyes de cómo nos hemos portado y cómo nos vamos a portar en el futuro... Se puede dirigir a uno de los tres Reyes Magos (Melchor, Gaspar o Baltasar) o los tres. Hay que poner todos los regalos y deseos. Pide buenos deseos, así los reyes serán más generosos con los juguetes. Recuerda que debes decir la verdad.

3. Entregar al carta a los Reyes, bien escrita, sin faltas de ortografía (que te ayuden tus papas)... Buzones, pajes, incluso a los propios Reyes si lo han previsto así tras la Cabalgata.

4. Ir a darles la bienvenida a la Cabalgata de Reyes. Por supuesto, si pueden llevarnos nuestros padres, ir a darles la bienvenida a la Cabalgata de Reyes más próxima.

5. Hay que irse a dormir pronto la noche de Reyes. Pero antes hay que dejar todo preparado. El sitio donde van a dejar lo regalos, agua, algo de alimento y bebida para los Reyes y sus camellos...

6. Por la mañana, el día de Reyes, ir a despertar a los papás para que nos acompañen a ver los regalos que nos han dejado.. Suerte y ¡feliz día de Reyes!!!

12 agosto 2009

ALGUNOS DETALLES DE LA IGLESIA DE PINEDA

IGLESIA DE SAN ESTEBAN PROTOMARTIR DE PINEDA DE LA SIERRA



La iglesia de Pineda, principalmente románica, se trata de una de las obras más significativas y completas de las que realizará en este entorno la denominada “escuela de la sierra”, pudiéndose fechar su primera fase entorno a la mitad del siglo XII. Al finalizar la construcción de Pineda alguno de los artesanos que trabajan aquí serán los que levanten el templo de San Millán de Lara, edificio donde la intervención de esta escuela aparece datada en 1165, por lo que la fecha del templo que nos atañe debe situarse en los años inmediatos a esa data.


Las partes que componen esa primera fase románica serán la cabecera y la nave, pero de esta sólo los dos primeros tramos de los que hoy se alzan (hasta el ángulo que cerraba el muro y que aún se ve a la altura del contrafuerte) y en altura tan sólo hasta la línea de canecillos que se sitúa dos metros bajo el tejado. Constituye un templo de espacios simples que sigue el modelo de los que se levantan en toda esta región durante el románico, articulándose con una nave única y una cabecera que se compone de un tramo recto, cubierto con bóveda de cañón, y uno semicircular, con bóveda de horno.

En el exterior de esta cabecera es aún visible en los sillares un rico repertorio de marcas de cantero, símbolos estereotipados que los canteros adoptaban para contabilizar su trabajo, hallándose marcas idénticas a las de Pineda en algún otro templo cercano como puede verse en ábside de San Miguel de Neila o en el lienzo norte de San Millán de Lara.

Exteriormente el ábside se articula con tres columnas entregas que lo dividen en cinco paños, abriendo, en los de la parte semicircular, tres ventanas decoradas con capiteles de temas vegetales y animales, con la salvedad de la ventana más septentrional donde aparece la talla de un ángel tocando un instrumento musical. La decoración de estas ventanas, y de una de las columnas entrega, es básicamente de motivos animales, inspirados en los antiguos bestiarios medievales presentan parejas afrontadas de monos, aves o leones.
En cuanto a la nave destaca su portada, fruto también de esta primera fase, donde se alcanza uno de los modelos de mayor calidad técnica del románico serrano. En el derrame del lado izquierdo la secuencia iconográfica comienza con una escena de difícil interpretación donde un conjunto de figuras velan un cuerpo y una figura central, ya en el siguiente capitel, parece dominar la escena. Tras esta composición aparece la representación de dos parejas afrontadas de grifos y arpías, a las que seguirá una representación de lujuria, que se encarna en la figura clásica del centauro que dispara su arco hacia una sirena de doble cola, siendo además este tema una de las pocas concesiones que hace el románico hacia la representación del desnudo femenino. En el derrame del lado derecho destaca la representación de una epifanía donde a la virgen con el niño le acompañarán los tres reyes, en un extremo, y San José en el otro. Tras esta composición se intercalan capiteles de decoración vegetal de acantos y finalizan con otra escena, en este caso alusiva a la lucha del bien contra el mal, encarnada en la representación de Sansón y el dragón. En las enjutas del arco aparecen talladas dos figuras de cuerpo entero, la de la izquierda se vincula a la representación de Santa Juliana (advocación original del templo), que aparecería acompañada por el diablo, como es frecuente en su iconografía. La figura de la derecha muestra una interpretación más compleja y tradicionalmente se asocia con un apóstol, pero bien podría aludir a cualquier otro personaje ya que no existe nada que puede identificarlo.

Tras esta primera fase el templo sufre otra ampliación románica a finales del siglo XII o principios del XIII, fruto de la cual la nave se amplía en un tramo hacia occidente y se adosa en su lado sur la galería porticada. La creación de este espacio estaría íntimamente vinculada a la concesión del fuero que Alfonso VII otorgó a la villa en 1136, fruto del cual surge la necesidad de organizar un concejo que requería de un espacio público para plantear aquellas cuestiones que afectasen a sus términos. 

Este pórtico se compone de once arcos que apoyan sobre columnas geminadas donde todos los capiteles son vegetales y cuya estructura viene relacionándose con las obras del claustro alto de Silos.

La siguiente intervención destacada es la elevación de la nave para la construcción de las bóvedas góticas, de cuyos empujes deriva también la aparición de los contrafuertes que recorren el exterior del templo. De este proceso se levantarán tres tramos de bóveda de crucería donde se multiplican los nervios con funciones sólo decorativas y que muestran un periodo bastante avanzado del gótico, posiblemente ya dentro del siglo XVI. De esa misma fase de obras puede derivar la construcción de la sacristía, abierta en el lado norte del ábside, se construye como un espacio simple dotado de una bóveda de crucería similar a las de la nave.

En un periodo posterior, entre los siglos XVII y XVIII, se hace el alzado de la torre, ésta tiene su posible origen en la fase románica ya que repite el modelo y la ubicación que se generalizó en este entorno durante el siglo XII y que aún puede verse en las torres románicas de Neila, Riocavado, Canales o Tolbaños de Abajo. Sin embargo la mayor parte de su alzado corresponde a formas barrocas, dejando en su interior un espacio hueco que es recorrido por una escalera adosada a los muros.

El último elemento a destacar es el retablo del ábside, una obra barroca construida en el año 1704, sin embargo algún elemento concreto, como es el caso del tabernáculo, puede ser de fases anteriores. La obra está hecha íntegramente en madera dorada y policromada, donde se incorporan un buen número de placas con motivos vegetales y columnas salomónicas (helicoidales). El retablo se compone de dos cuerpos, doblándose el superior para ajustarse a la forma semicircular de la bóveda del ábside, el cual acoge una escena central de la virgen con el niño. El cuerpo inferior cuenta con tres esculturas que representan a San Esteban (en el centro), San Miguel (a la derecha) y San Pedro (izquierda).

Con todo esto existe un conjunto de piezas de cierto interés que completan el templo; podríamos citar aquí el conjunto de canecillos que recorren los aleros, siendo todos parte de la primera fase románica. Podemos ver en ellos un curioso repertorio de temas donde se representan serpientes, liebres, ciervos, el busto de un guerrero, un demonio, barriles…

La pila bautismal se sitúa en el espacio calado del muro norte, presentando una copa tallada en una pieza y con una decoración simple de formas geométricas. Este modelo de pila bautismal es un tipo general que aparece también en otros templos de la Demanda, por su estructura y su decoración suele vincularse a fases románicas tardías.

En cuanto a la escultura aislada del templo destaca, en una hornacina junto al retablo, la talla de Santa Maria del Monte, representando una composición de figuras características del periodo gótico, probablemente de una fase avanzada del estilo. Junto a ésta podemos destacar la pequeña talla barroca de San Juan Bautista, hoy situada junto a la pila bautismal, y que pese a al mal estado de conservación es técnicamente el mejor modelo de escultura exenta de la iglesia. Por último debemos mencionar la talla, ya más moderna, de la Virgen de Villa, patrona de la localidad y que sitúa en una de las hornacinas del muro sur.

Borrador para el folleto de la iglesia hecho por RODRIGO ANTOLÍN MINAYA

18 julio 2008

EL FERROCARRIL MINERO.


El 4 de febrero de 2004, con la presencia de los alcaldes de Barbadillo de Herreros, Monterrubio de la Demanda, Riocavado de la Sierra, Pineda de la Sierra,Villasur de Herreros, Urrez y Arlanzón, representantes del Ministerio de Medio Ambiente, de AGALSA, y de la Diputación Provinvial, se inagura la Via Verde del Ferrocarril Minero, o Camino Natural de la Sierra de la Demanda. Una ruta que recorre 52 km entre Arlanzón y Monterrubio de la Demanda.


Este ferrocarril fue promovido en 1895 por Mr. Richard Perece Williams, con el único objetivo de dar salida a los minerales de la Sierra de la Demanda. Comenzaba en la estación de Villafría, (a 8 Km. de Burgos en dirección Miranda de Ebro), y finalizaba en las minas situadas entre Monterrubio de la Demanda y Bezares, tras atravesar las poblaciones de Castrillo del Val, Arlanzón , Pineda de la Sierra bordeando el pantano de Arlanzón, Riocavado de la Sierra, Barbadillo de Herreros y Monterrubio.

En un principio parece ser que el promotor estaba vinculado a la Compañía del Ferrocarril Vasco-Castellano, que empezó a construir una línea directa entre Madrid y Bilbao, y con la que enlazaría este ferrocarril. En la parte más dura de la línea, tras el túnel del Manquillo (de 800 metros de longitud), tanto obras como trazado se asemejan ya más a un ferrocarril de vía estrecha, pese a estar concebido como ferrocarril de ancho normal.

En 1902, la corta serie de locomotoras del tipo 030-T construidas por Avonside en el Reino Unido encabeza ya los trenes por el atrevido trazado a través de la Sierra de la Demanda, y por las trincheras de la Sierra de Atapuerca, gracias a las cuales se descubrieron los importantes yacimientos que casi un siglo después se han reconocido como Patrimonio de la Humanidad.

Su uso fue efímero, ya que eran momentos de cambio y la rentabilidad de las minas no era suficiente para compensar los gastos que supuso su construcción, por lo que se abandonó en pocos años. Durante los años 20 se intentó poner de nuevo en marcha un ferrocarril que recorriera la sierra, pero en poco tiempo cerró definitivamente. El ferrocarril cayó en el olvido durante casi 80 años.

foto:
galeon.hispavista.com/santren70/img/er.JPG

02 junio 2008

HISTORIA DE PINEDA DE LA SIERRA

La Villa de Pineda está situada en el extremo centro oriental de la Provincia de Burgos, en las alturas de la Demanda, lindante con la provincia de Logroño. Su amplio término, casi 7.000 hectáreas, constituye un bello y difícil paraje de montes, arroyos, pantanos, bosques, glaciares, nieves y praderíos. El pico de San Millán (2.131 metros) y el Mencilla (1.929 m) son los dos extremos en los que se clava el mantel del panorama que forma un valle amplio y profundo, con el puerto del Manquillo (1413 metros) al fondo, la Villa de PINEDA en el centro (1.205 metros) y el Arlanzón , ya formado, que se remansa en el pantano inmediato. El nombre no ofrece dudas a los filólogos y lo consideran un fitónimo derivado de "Pinus-Pineta", con sufijo de abundancia, en este caso de pinos.

PINEDA DE LA SIERRA es una Villa milenaria, cuya fundación se atribuye al conde don Sancho, el de los Buenos Fueros, porque, en efecto, don Sancho también concedió a PINEDA una carta foral. Pero esta carta, es precisamente la prueba de que ya preexistía la Villa, y con experiencia de ganaderías, toda vez que no parece congruente conceder libre tránsito por el Condado a 15.000 cabezas de ganado de una Villa nueva cuya capacidad y circunstancias de asentamiento y de explotación se desconocen. Parece más razonable aceptar el poblamiento de PINEDA durante la primera ola foramontada que subió desde la Bureba por el Valle de Oca, saltó al Arlanzón, fijándose en la Alta Sierra en poblados como Alarcia, Villorobe, Uzquiza, Herramel, Villasur de Herreros y otros. Y esto sucedió a finales del siglo IX. Por eso, PINEDA fue incluida en el alfoz de Oca, cuya cabeza era Villafranca y luego en la Merindad de Montes de Oca.

La Villa destacó pronto por su ganadería y de ahí se derivó el privilegio del conde don Sancho, que ratificarán los reyes de Castilla, en virtud del cual, los vecinos de PINEDA podrán poner en trashumancia una cabaña de 15.000 cabezas de ganado ovino, sin que nadie pudiera impedirlo o que exigieran gabela o tributo por ello. Estamos ante un principio o anuncio del famosos Honrado Concejo de la Mesta en la Castilla condal. A la entrada del invierno, los vecinos de PINEDA trasladan sus rebaños a la Ribera del Duero y aún más lejos, para volver e sus recuestos al acabar la primavera. Más adelante, volveremos sobre el tema, definitorio de la Villa.

Que PINEDA no fue fundación de don Sancho lo prueba el documento del Archivo de Cardeña, de 23 de mayo del año 932, cuando comenzaba a gobernar el conde Fernán González, abuelo de don Sancho.
En ese pergamino leemos por vez primera el nombre de PINEDA, con ocasión de donar el magnate Asur González al monasterio de Cardeña la Iglesia de San Miguel, señalando que la propiedad de dicha iglesia "lindaba con el camino que viene de PINEDA".

Cuando el rey Sancho II determina restaurar la diócesis de Oca en la ciudad de Burgos, comienza a delinear los fundamentos económicos de la misma. Así, en 18 de marzo de 1068, concede al obispo don Simeón determinados derechos de pasto en los montes de Oca y de PINEDA. Concede, incluso, la autorización para construir algunas tenadas para guardar los rebaños del obispado.
En 1136, el emperador Alfonso VII confirma el fuero concedido por el conde don Sancho
y el nombre de la Villa sigue apareciendo constantemente en la documentación medieval.

La actividad repobladora o colonizadora no se limitó al casco urbano de Pineda y a su magnífica iglesia románica, obra del siglo XII. Su pórtico es una de las expresiones más acertadas de la función de los mismos, no solamente defendía las cuidadas portadas, eran, además, el lugar preferido para celebrar los concejos abiertos, tras los actos litúrgicos, en los que democráticamente, se trataban los asuntos atañentes a la comunidad vecinal. Se dice que dentro del actual término municipal hubo otro poblado llamado de SAN MAMÉS. Estaba a 4 kilómetros, al N.NO, sobre el cerro que llaman de San Mamés. Lo cierto es que si hubo, no por mucho tiempo, un convento de frailes franciscanos, de la reforma del célebre fray Lope de Salinas. Las crónicas de la Orden dicen que duró poco "por estar en tierra sumamente fría,áspera y montañosa". La ermita que recordaba el monasterio también ha desaparecido.

Ya que hablamos de desapariciones, mencionemos las del oso. Durante la Edad Media, en la actual provincia de Burgos se marcó una gran mancha de osos, con los peligros consiguientes. Pero su cacería reportó beneficios a PINEDA, según podemos leer en el "Libro de la Montería", mandado componer por el rey Alfonso XI. En este libro se menciona como propicios para el oso y el jabalí los hayedos de PINEDA y se localizan los lugares para las jaurías y los puestos de caza. Más de una vez, los reyes de Castilla y sus cortesanos cazarían, no sin riesgos, por los montes de la Villa, teniendo como auxiliares a los vecinos. Quizá, algunos de sus privilegios se consiguieran en aquellas estruendosas jornadas.

Cuando analizamos la Historia de PINEDA, al concluir la Edad Media, apreciamos que la Villa ha encaminado su vida por el cumplimiento de la norma moral cristiana, por el servicio al bien común a través de la Corona y de la administración del Estado
y por el situar su economía en aquello que su naturaleza le ofrecía con prodigalidad: La ganadería, la industria y forestal en su aplicación al carbón vegetal y una agricultura reducida al hecho natural, reduciendo su actividad al centeno, el lino y el cuidado de las huertas familiares. Así lo podemos apreciar en varias ocasiones significativas:

En 1728, el concejo de PINEDA aprueba unos "Acuerdos y Ordenanzas" que venían cumpliéndose desde mucho antes, pero a los que se les dio forma orgánica y aprobación total. Por ello vemos que todos los vecinos gozaban de voz activa y pasiva y que algunos oficios y servicios eran de obligada aceptación. Los vecinos elegían a sus gobernantes y representantes que no disfrutaban de sueldo, sino de menguada gratificación. El esquema de gobierno exigía dos Alcaldes ordinarios; un Procurador síndico; dos Regidores (concejales); dos Alguaciles; un Mayordomo de Fábrica; un Fiel de Fechos (secretario); Colector de Bulas; cuatro guardas de montes y un Dehesero.

Tras la elemental obligación de defender y ordenar el vecindario, el espíritu de tales Acuerdos se dirige principalmente al ordenamiento y defensa de los montes de roble, hayas y acebo y al mantenimiento de la cabaña ganadera, fundada en el fuero del conde don Sancho, por el que PINEDA planteará pleitos y los ganará en Burgos, Valladolid, Badajoz, Cáceres y ante la Orden de Alcántara, hasta entrado el siglo XIX. Y, finalmente, en la fabricación de carbón vegetal, dedicándose algún año e ese menester más de dos mil carros de leña. Hay en los "Acuerdos" una tabla de penas a los irresponsables y algunas atenciones sociales con las viudas.

La situación de PINEDA nos es perfectamente conocida en 1752 por el famoso Catastro del marqués de la Ensenada. Por el sabemos que los vecinos son 38, más ocho viudas y 21 habitantes, en total unas 200 personas, que habitan en 55 casas y disponen de 10 hornos de pan. Los vecinos pertenecen al realengo y al estado llano. La Villa pertenece a la Hermandad de Montes de Oca y señala que su término corre como cuatro leguas a la redonda. En la Villa funcionan tres molinos, una panadería que vende pan traído de Burgos (de trigo); una taberna que trae el vino de Cenicero (Rioja) y paga el concejo 24 maravedises por cántara. No beben mal los de PINEDA, pues un año con otro consumen 900 cántaras: 14.400 litros, o como ellos decían 3.600 azumbres.

El bosque y el ganado absorben a los vecinos. La agricultura es insuficiente y el centeno se paga a 11 reales la fanega, más caro que abajo, en el páramo y en las vegas. Aparte de las suertes de leña para que los vecinos pasen el invierno, 17 de estos se dedican a la industria del carbón vegetal que les proporciona un beneficio marginal de 150 reales a cada uno. Hacen carbón para cocina y de fragua (éste procede de raíces de brezo). La ganadería doméstica la forman 29 pares de bueyes, más 99 cabezas vacunas; más 63 de caballar y mular. Hay 46 colmenas. La parte mayor corresponde al ovino que se divide en dos clásicas partes, de churras y merinas. La cabaña de las churras reúne 940 cabezas y la de las merinas 8.830 cabezas. Hay que añadir 678 de cabrío. En total 10.448 cabezas de ganado menor. No eran las 15.000 que permitía el fuero, pero no era poca cabaña. Las que daban la carne, la leche, la cecina y las pieles eran las churras y las cabras. Pero las merinas proporcionaban la incomparable lana. Eran las que viajaban en bien ordenados rebaños a los pastizales extremeños de Plasencia, Zaraicejo, Trujillo, Montánchez, Cesar de Cáceres, Alcántara y villas norte de Guadiana. Todo el rito de la trashumancia se cumplía e PINEDA. En la Villa había un esquiladero y un gran lavadero que lo disfrutaba, previo pago de 2.000 reales, un caballero navarro residente en Cintruénigo.

Los vecinos contribuían a la Hacienda Real con las alcabalas, cientos (1.420 reales), sisas (970 reales), que entregaban en Burgos. Una contribución que les molestaba era la que anualmente entregaban al abad de San Salvador de Oña. Ellos decían que no sabían porque razón tenían que pagarlo; pero en el monasterio estaban seguros de su derecho. Consistía el tal tributo en 45 libras de truchas de las de 4 reales por libra, y 65 reales y medio en metálico; total 245 reales al año. El Concejo tenía conciertos con el médico y boticario de Villafranca (845 reales). El cirujano era también el maestro de Primeras Letras y no salía mal librado: Por cirujano cobraba 35 fanegas de centeno (385 reales), por maestro 1.250 reales, más 50 cargas de leña. Uno de los maestros a la sazón mejor pagados de España. Como contrapunto, en la Villa se reconocían 5 pobres de solemnidad.

PINEDA DE LA SIERRA salió airosa de la crisis napoleónica. Por aquí actuó el famoso Cura Merino y los mozos de la Villa supieron acompañarle en su glorioso empeño. Sin embargo, el siglo XIX traería grandes cambios a la Sierra. Al comenzar la década de los Cuarenta de este siglo, PINEDA mantenía su población en 228 habitantes. Ya se explotaban dos minas de carbón de piedra y la minería era una ilusión de futuro; al tradicional cultivo del centeno y del lino se había unido la patata. Aunque algo disminuidos se mantenían los rebaños de vacuno, de caballar, de ovejas merinas y de churras, así como el esquileo y el lavado de lanas. Se cuidaban los montes de roble y de hayas; dos molinos cantaban sus canciones de molinería; se practicaba la pesca y la caza mayor, incluido el lobo. La iglesia románica de San Esteban adornada con altares barrocos, se cuidaba como la joya de la Villa y la escuela funcionaba con 60 niños, cuyo maestro recibía 1.500 reales. Se contribuía al Estado con 4.383 reales y el presupuesto municipal ascendía a 6.000.

La minería fue la gran ilusión serrana del siglo XIX y parte del XX. Quienes hurgaban en las entrañas de la Sierra descubrían venas de hierro, de cobre, de plomo, de carbón y de otros minerales. PINEDA resultaba una población muy favorecida. Se descubrieron hierro, plomo y galena; en 1863 se explotaban 7 minas de carbón y era famosa la mina de plomo llamada "Carmina". Cuando se construyó el llamado Ferrocarril Minero, se le hizo pasar por PINEDA en su trayecto entre Villafría y Monterrubio de la Demanda. La ilusión se redujo a competencia entre los capitalistas, a dificultades en la explotación y transportes y a calidades de los productos. Prácticamente, a mediados del siglo XX se había abandonado las minas y el Ferrocarril Minero, tras una fraudulenta quiebra, pasó a ser una raya en los mapas de la época.

Al doblar el siglo XIX, PINEDA registraba la mayor población de su Historia, 472 habitantes que en 1950 eran ya 338. Pero entonces a la Villa le correspondió otra suerte, la del Turismo y el Deporte de la nieve y del Montañismo. El destino no quiere que PINEDA perezca. Los vecinos de hoy, como los de hace once siglos, aplicarán con entusiasmo su trabajo y lealtad a su hermoso terruño.

DOCUMENTACIÓN CEDIDA POR EL AYUNTAMIENTO DE PINEDA. (Redactado por el Cronista Oficial de la Provincia)