Mostrando entradas con la etiqueta carta. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta carta. Mostrar todas las entradas

10 noviembre 2009

UN BONITO eMAIL



Bueno, publico este mail que se ha recibido en el correo de Pineda (pinedadelasierra@gmail.com) enviada por FELIX, el hijo de un médico que hubo en Pineda.Creo que a más de uno/a le hará ilusión leerlo.


Desde este blog mandamos nuestro más cariñoso saludo a FELIX  y le damos las gracias por acordarse de nuestro querido Pueblo.


Este es el mail:

Mi nombre es FELIX y mucho agradeceria que alguien de Pineda tuviera la amabilidad de contarme como esta el pueblo actualmente. Me he criado alli de pequeño, mi padre era el medico y pase unos años alli inolvidables, ya que guardo un gran cariño por Pineda y su gente. Creo que de mi epoca y que yo sepa, tan solo queda ANDRES ( enorme persona) con un gran corazon, y DELIA, gente extyraordinaria. viviamos a la parte derecha de la iglesia (creo que hoy apartamentos), e ibamos a trillar a las eras. eramos muy amigos de PILAR Y SERVANDO (Q.E. D) , y en absoluto descarto el volver alli, pues llevo a Pineda en el corazon. MUCHAS GRACIAS POR TODO, y perdonarme las molestias que pudiera ocasionaros. un saludo cordial a todos los pinedanos.,

06 marzo 2009

CARTA DE UNA MADRE


Queridos todos: Me voy. Volveré cuando sepáis dónde están guardadas las bolas de naftalina, cuando nuestra casa ya no tenga secretos para ninguno de vosotros, cuando seáis capaces de descifrar los códigos de los botones de la lavadora, cuando logréis reprimir el impulso de llamarme a gritos si se acaba la pasta de dientes o el papel higiénico. Volveré cuando estéis dispuestos a llevar conmigo la corona de reina de la casa. Cuando no me necesitéis más que para compartir.

Ya sé que me echaréis de menos, estoy segura. También yo a vosotros, pero sólo desapareciendo podré rellenar los huecos que vuestro cariño me produce... Sólo podré estar segura de que verdaderamente me queréis cuando no tengáis necesidad de mí para comer o para vestiros o para lavaros o para encontrar las tijeras. Ya no quiero ser la reina de la casa, estoy harta, me he cansado de tan gran responsabilidad y he caído en la cuenta de que si sigo jugando el papel de madre súper no lograré inculcaros más que una mentalidad de súbditos. Y yo os quiero libres y moderadamente suficientes y autónomos.

Ya sé que vuestro comportamiento conmigo no es más que un dejarse llevar por mi rutina; también por eso quiero poner tierra por medio. Si me quedo, seguiré poniéndoos todo al alcance de la mano, jugando mi papel de omnipresente para que me queráis más.

Sí, para que me queráis más. Me he dado cuanta de que todo lo que hago es para que me queráis más, y eso me parece tan peligroso para vosotros como para mí. Es una trampa para todos.

Palabra de honor que no me voy por cansancio, aunque sea una lata dormirse todas las noches pensando en la comida del día siguiente y hacer la compra a salto de mata cuando vienes del trabajo y, a la larga, pesa mucho la manía de ver siempre un velo de polvo en los muebles cuando me siento un rato en el sofá, y la perenne atracción hacia la bayeta y la cera. Pero no es sólo por eso. No. Tampoco me voy porque esté harta de poner la lavadora mientras me desabrocho el abrigo ni porque quiera estar más libre para hacer carrera en mi trabajo. No. Hace ya mucho tiempo que tuve que elegir una perpetua interinidad en mi profesión porque no podía compatibilizar una mayor dedicación mental al trabajo profesional con la lista de la compra. Me voy para enseñaros a compartir, pero sobre todo me voy para ver si aprendo a delegar.
Porque si lo consigo, no volveré nunca más a sentirme culpable cuando no saquéis notas brillantes o cuando se quemen las lentejas o cuando alguno no tenga camisa planchada que ponerse.

La culpa de que sea imprescindible en casa es sólo mía, así que desapareciendo yo por unos días, os daréis cuenta vosotros de que la monarquía doméstica es fácilmente derrocable y quizá yo pueda aprender la humildad necesaria para ser, cuando vuelva, una más entre la plebe.

Cuando encontréis la naftalina no dejéis de avisarme. Seguro que para entonces yo también habré aprendido a no ser tan excesivamente buena. Puede ser que ese día no nos queramos más, pero seguro que nos querremos mejor. Besos.

Mamá.
C. de Santos - "Ser Humano"