12 agosto 2009

ALGUNOS DETALLES DE LA IGLESIA DE PINEDA

IGLESIA DE SAN ESTEBAN PROTOMARTIR DE PINEDA DE LA SIERRA



La iglesia de Pineda, principalmente románica, se trata de una de las obras más significativas y completas de las que realizará en este entorno la denominada “escuela de la sierra”, pudiéndose fechar su primera fase entorno a la mitad del siglo XII. Al finalizar la construcción de Pineda alguno de los artesanos que trabajan aquí serán los que levanten el templo de San Millán de Lara, edificio donde la intervención de esta escuela aparece datada en 1165, por lo que la fecha del templo que nos atañe debe situarse en los años inmediatos a esa data.


Las partes que componen esa primera fase románica serán la cabecera y la nave, pero de esta sólo los dos primeros tramos de los que hoy se alzan (hasta el ángulo que cerraba el muro y que aún se ve a la altura del contrafuerte) y en altura tan sólo hasta la línea de canecillos que se sitúa dos metros bajo el tejado. Constituye un templo de espacios simples que sigue el modelo de los que se levantan en toda esta región durante el románico, articulándose con una nave única y una cabecera que se compone de un tramo recto, cubierto con bóveda de cañón, y uno semicircular, con bóveda de horno.

En el exterior de esta cabecera es aún visible en los sillares un rico repertorio de marcas de cantero, símbolos estereotipados que los canteros adoptaban para contabilizar su trabajo, hallándose marcas idénticas a las de Pineda en algún otro templo cercano como puede verse en ábside de San Miguel de Neila o en el lienzo norte de San Millán de Lara.

Exteriormente el ábside se articula con tres columnas entregas que lo dividen en cinco paños, abriendo, en los de la parte semicircular, tres ventanas decoradas con capiteles de temas vegetales y animales, con la salvedad de la ventana más septentrional donde aparece la talla de un ángel tocando un instrumento musical. La decoración de estas ventanas, y de una de las columnas entrega, es básicamente de motivos animales, inspirados en los antiguos bestiarios medievales presentan parejas afrontadas de monos, aves o leones.
En cuanto a la nave destaca su portada, fruto también de esta primera fase, donde se alcanza uno de los modelos de mayor calidad técnica del románico serrano. En el derrame del lado izquierdo la secuencia iconográfica comienza con una escena de difícil interpretación donde un conjunto de figuras velan un cuerpo y una figura central, ya en el siguiente capitel, parece dominar la escena. Tras esta composición aparece la representación de dos parejas afrontadas de grifos y arpías, a las que seguirá una representación de lujuria, que se encarna en la figura clásica del centauro que dispara su arco hacia una sirena de doble cola, siendo además este tema una de las pocas concesiones que hace el románico hacia la representación del desnudo femenino. En el derrame del lado derecho destaca la representación de una epifanía donde a la virgen con el niño le acompañarán los tres reyes, en un extremo, y San José en el otro. Tras esta composición se intercalan capiteles de decoración vegetal de acantos y finalizan con otra escena, en este caso alusiva a la lucha del bien contra el mal, encarnada en la representación de Sansón y el dragón. En las enjutas del arco aparecen talladas dos figuras de cuerpo entero, la de la izquierda se vincula a la representación de Santa Juliana (advocación original del templo), que aparecería acompañada por el diablo, como es frecuente en su iconografía. La figura de la derecha muestra una interpretación más compleja y tradicionalmente se asocia con un apóstol, pero bien podría aludir a cualquier otro personaje ya que no existe nada que puede identificarlo.

Tras esta primera fase el templo sufre otra ampliación románica a finales del siglo XII o principios del XIII, fruto de la cual la nave se amplía en un tramo hacia occidente y se adosa en su lado sur la galería porticada. La creación de este espacio estaría íntimamente vinculada a la concesión del fuero que Alfonso VII otorgó a la villa en 1136, fruto del cual surge la necesidad de organizar un concejo que requería de un espacio público para plantear aquellas cuestiones que afectasen a sus términos. 

Este pórtico se compone de once arcos que apoyan sobre columnas geminadas donde todos los capiteles son vegetales y cuya estructura viene relacionándose con las obras del claustro alto de Silos.

La siguiente intervención destacada es la elevación de la nave para la construcción de las bóvedas góticas, de cuyos empujes deriva también la aparición de los contrafuertes que recorren el exterior del templo. De este proceso se levantarán tres tramos de bóveda de crucería donde se multiplican los nervios con funciones sólo decorativas y que muestran un periodo bastante avanzado del gótico, posiblemente ya dentro del siglo XVI. De esa misma fase de obras puede derivar la construcción de la sacristía, abierta en el lado norte del ábside, se construye como un espacio simple dotado de una bóveda de crucería similar a las de la nave.

En un periodo posterior, entre los siglos XVII y XVIII, se hace el alzado de la torre, ésta tiene su posible origen en la fase románica ya que repite el modelo y la ubicación que se generalizó en este entorno durante el siglo XII y que aún puede verse en las torres románicas de Neila, Riocavado, Canales o Tolbaños de Abajo. Sin embargo la mayor parte de su alzado corresponde a formas barrocas, dejando en su interior un espacio hueco que es recorrido por una escalera adosada a los muros.

El último elemento a destacar es el retablo del ábside, una obra barroca construida en el año 1704, sin embargo algún elemento concreto, como es el caso del tabernáculo, puede ser de fases anteriores. La obra está hecha íntegramente en madera dorada y policromada, donde se incorporan un buen número de placas con motivos vegetales y columnas salomónicas (helicoidales). El retablo se compone de dos cuerpos, doblándose el superior para ajustarse a la forma semicircular de la bóveda del ábside, el cual acoge una escena central de la virgen con el niño. El cuerpo inferior cuenta con tres esculturas que representan a San Esteban (en el centro), San Miguel (a la derecha) y San Pedro (izquierda).

Con todo esto existe un conjunto de piezas de cierto interés que completan el templo; podríamos citar aquí el conjunto de canecillos que recorren los aleros, siendo todos parte de la primera fase románica. Podemos ver en ellos un curioso repertorio de temas donde se representan serpientes, liebres, ciervos, el busto de un guerrero, un demonio, barriles…

La pila bautismal se sitúa en el espacio calado del muro norte, presentando una copa tallada en una pieza y con una decoración simple de formas geométricas. Este modelo de pila bautismal es un tipo general que aparece también en otros templos de la Demanda, por su estructura y su decoración suele vincularse a fases románicas tardías.

En cuanto a la escultura aislada del templo destaca, en una hornacina junto al retablo, la talla de Santa Maria del Monte, representando una composición de figuras características del periodo gótico, probablemente de una fase avanzada del estilo. Junto a ésta podemos destacar la pequeña talla barroca de San Juan Bautista, hoy situada junto a la pila bautismal, y que pese a al mal estado de conservación es técnicamente el mejor modelo de escultura exenta de la iglesia. Por último debemos mencionar la talla, ya más moderna, de la Virgen de Villa, patrona de la localidad y que sitúa en una de las hornacinas del muro sur.

Borrador para el folleto de la iglesia hecho por RODRIGO ANTOLÍN MINAYA

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