02 abril 2009
LA SEMANA SANTA
La Semana Santa es una buena muestra de la pluralidad cultural y la diversidad social del Estado español. Para muchos habitantes de las grandes ciudades, la Semana Santa es hoy, más que cualquier otra cosa, el mayor número de días disponibles para el ocio entre la Navidad y las anheladas vacaciones de verano.
Los cristianos la dedican a celebrar la pasión y muerte de Jesús. El tiempo de preparación es la Cuaresma. Ésta dura cuarenta días: empieza el Miércoles de Ceniza y termina al final de la Semana Santa, el Domingo de Resurrección
Como hemos dicho,La Semana Santa se inicia con el Domingo de Ramos, celebra dos aspectos fundamentales del misterio pascual: La vida o el triunfo, con la procesión de las palmas y ramos en honor de Cristo Rey; y la muerte o el fracaso, con la lectura de la Pasión correspondiente a los evangelios sinópticos -la de Juan se lee el viernes-. Cristianamente, es santa, sagrada por su objeto y su sujeto; denominada antiguamente «semana mayor» es la semana que conmemora la Pasión de Cristo; es el tiempo de más intensidad litúrgica de todo el año.
Desde el siglo V se celebraba en Jerusalén, con una procesión, la entrada de Jesús en la ciudad santa, poco antes de ser crucificado. Por ello, se denomina «Domingo de Ramos», aspecto victorioso o «Domingo de Pasión», aspecto doloroso.
El rito comienza con la bendición de los ramos, después, se proclama el evangelio. La Semana Santa empieza y acaba con la entrada triunfal de los redimidos en la Jerusalén Celestial, recinto iluminado por la antorcha del Cordero. El domingo de Ramos es inauguración de la Pascua o paso de las tinieblas a la luz, de la humillación a la gloria, del pecado a la gracia y de la muerte a la vida.
La Pasión de Cristo comienza bíblicamente con el prendimiento de Jesús; litúrgicamente, con la entrada en Jerusalén.
En la Semana Santa se descubren varios estratos; entre ellos, el estrato psicológico y el funcional constituyen las representaciones de los hechos históricos, la bendición y «procesión de los ramos», el lavatorio de pies, la consagración de los óleos y el monumento del Jueves y la adoración de la cruz del Viernes Santo, que son quizá las únicas dramatizaciones litúrgicas oficiales con sello popular.
Por último, Hubo una época en la que era muy visible el estrato de la religiosidad popular, constituido por la superposición de actos piadosos populares, como visitas a los «monumentos», hora santa, sermón de las siete palabras, Viacrucis, procesiones, representaciones teatrales y actos de hermandades...
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