Hoy os presento a Santiago Rojo, Alcalde de Pineda. Lleva unas cuantas legislaturas ejerciendo esta función, intentando conseguir mejoras y beneficios para nuestra localidad.
Este pensamiento, creo, es válido para cualquier ciudadano que vive en un pueblo pequeño, cuanto más para su Alcalde.
El Alcalde de un pueblo pequeño no recibe remuneración alguna por cumplir esta función, más aún, si quiere ver el municipio limpio es el primero que tira de pico y pala para conseguir un entorno limpio y saludable.
Muchos días en mis paseos por nuestra Vía Verde me he encontrado al Alcalde limpiando las papeleras que existen a lo largo de todo el paseo. Ciertamente está en el municipio pero no es menos cierto que a ella acuden personas de sitios remotos, con lo que se colabora al ocio de ciudadanos de multitud de sitios. Por ello yo me pregunto si ese mantenimiento no debiera correr a cargo de dinero estatal…
La administración debería utilizar otros criterios de financiación y tener en cuenta a las pequeñas localidades que son discriminadas respecto a los pueblos más grandes. Podemos decir que a todos los ciudadanos no se les mide por el mismo rasero, en los pueblos pequeños la mayoría de los servicios brillan por su ausencia y si los hay, suponen pérdidas por falta de financiación.
Ser Alcalde de un pueblo pequeño no es tarea fácil. Entre sus metas está el poder hacer una común y agradable convivencia entre todos, y muchas veces, este deseo se convierte en quimera pues los sentimientos en un sitio pequeño se intensifican y magnifican más, tanto para bien como para mal.
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