25 octubre 2013

Los guardianes de los pantanos

7 trabajadores, 4 en el poblado de Úzquiza y 3 en Arlanzón, son los responsables del mantenimiento, vigilancia, control y regulación de las presas que abastecen a Burgos y a decenas de localidades de la provincia.


Los embalses de Arlanzón y Úzquiza, en el este burgalés, regulan el río Arlanzón que tiene su nacimiento en el término municipal de Riocavado de la Sierra, en pleno corazón de la Demanda. El embalse bautizado con el mismo nombre que el río, es una de los más pequeños de la cuenca del Duero, ya que apenas almacena 22 millones de metros cúbicos. Por ello, para aprovechar este recurso hidráulico, se proyectó en la década de los años 80 del pasado siglo otro embalse a unos 10 kilómetros aguas abajo, el de Úzquiza, uno de los más modernos de la cuenca y que tiene una capacidad de 75 metros cúbicos.

Ambos pantanos forman una única unidad funcional y su principal función es garantizar el abastecimiento de agua potable no solo a la ciudad de Burgos, sino a otras muchas localidades de la provincia, así como posibilitar el riego a unas 3.500 hectáreas, además de atender diversos usos industriales. Ninguna de esas funciones sería posible sin el grupo humano que trabaja en ambos pantanos, en el mantenimiento de las instalaciones, en su control y vigilancia. Ellos son los guardianes del Arlanzón y el Úzquiza y su vida y la de sus familias están ligadas a ese paisaje dominado por la gran inmensidad de agua que para unos es motivo de disfrute y relax y a ellos les absorbe no solo su jornada laboral, sino todo el día. En estos momentos son siete los trabajadores de la Confederación Hidrográfica del Duero que residen en ambos poblados:Francisco Hernando, Víctor Pérez, Virgilio Álvarez y Constantino Rodríguez, en el de Úzquiza, y Javier Arceredillo, Pedro Martín de la Iglesia y José Antonio Ullibarri, que habitan las 3 viviendas del poblado de Arlanzón. Para ellos, vivir junto a las presas y atisbar cada día la Sierra de la Demanda es lo cotidiano, aunque a los demás nos parece un privilegio. Lo es, sin duda, y ellos mismos lo reconocen, pero también vivir doce meses al año en los poblados, con apenas cuatro compañeros, es duro, a veces más para sus familias que para ellos mismos. Los demás, nos acercamos un día de asueto a disfrutar de esa inmensidad de agua, a pasear entre los frondosos caminos, a sacar unas fotos o a ver como está de alto o menos alto el nivel del agua, pero lo suyo es mucho más, para empezar trabajo, pero cumplida su jornada, el poblado sigue siendo su vida, porque en él está su casa.

Parece lógico y así lo entienden ellos, que vivir las 24 horas en los poblados sería asfixiantes, tanto para ellos como para sus mujeres e hijos, aunque no toda las familias al completo residen en los poblados habitualmente; la mujer de Constantino, por ejemplo trabaja en Burgos y aquí vive con sus dos hijos, al igual que la de José Antonio que durante el curso vive en la capital con su hija, Andrea. Van, vienen fines de semana, vacaciones o libranzas, todos se han acomodado a esta forma de vivir;eso sí, hay que disponer de coche. «Esto es como vivir en un pequeño pueblo sin servicios», dicen Francisco, Constantino y Virgilio, con los que compartimos un día de verano; por eso mismo hay que desplazarse para todo, a hacer la compra, bien a Villasur de Herreros o a Burgos; a las consultas médicas; al colegio de Ibeas, en el transporte escolar los pequeños, y al instituto Diego Marín Aguilera, los de ESO, o a la capital a entrenar como el hijo de Víctor que juega en el Burgos en la categoría alevín. Virgilio recuerda que esa fue la vida de su hija hasta la Universidad; entonces alquiló un piso en Burgos y luego, como cualquier estudiante rural, regresa a la casa fines de semana y vacaciones. La misma circunstacia se va dando cuando los hijos crecen, como los de Javier que tampoco viven ya en Arlanzón. 



Villasur y Pineda son los dos pueblos más próximo a los pantanos de Úzquiza y Arlanzón y en ambos tienen hecha también buena parte de su vida estas familias; los niños tienen sus amigos, los mayores, sus bares y sus partidas, e incluso, sus huertas, además de en Burgos los que tienen aquí a su mujer e hijos. Los trabajadores de Úzquiza ‘tiran’ a Villasur y los de Arlanzón a Pineda; de hecho, Pedro es de este pueblo como lo es la mujer de José Antonio. En todo caso, ellos, los cuatro trabajadores de Úzquiza y los tres de Arlanzón forman dos pequeños núcleos bien avenidos «por la cuenta que nos tiene al estar tantas horas juntos», dicen riendo, aunque también reconocen que a veces es inevitables algunos roces, pero no más que en cualquier otro lugar de trabajo o ámbito familia o de amistad.

Los cuatro viviendas de Úzquiza se construyeron en torno a 1996; anteriormente solo había oficinas, la casa del ingeniero, un taller y la casa administrativa. Hasta entonces, los trabajadores se desplazaban a diario desde sus respectivos domicilios. Las tres de Arlanzón son anteriores. Periódicamente acude a los pantanos la ingeniera encargada de ellos, aunque la oficina está en Burgos.

¿Pero cuál es el trabajo diario de este grupo de trabajadores de la CHD?. Su labor esencia es el mantenimiento y la vigilancia de todas las instalaciones de las presas que abarca diversas funciones. Desde la toma diario de datos en la estación meteorológica que se envían a la CHD y al Instituto de Meteorología, hasta los trabajos de jardinería, electricidad o fontanería, pasando por otros fundamentales como vigilancia de aforos, controles de presiones, evaporaciones, filtraciones y oscultaciones; maniobras de desagüe o desembalses en función de las épocas, de las necesidades de abastecimiento de las poblaciones que se nutren del agua de los pantanos, o de las lluvias y nieves. Es, en definitiva un trabajo minucioso, y que requiere de una atención continuada a lo largo de las 24 horas del día, porque hay mucho trabajo automatizado, pero otras maniobras requieren la presencia física, de ahí la importancia de tener que residir en los poblados. Todos esos controles y toma de datos acaban en los preceptivos resúmenes e informes mensuales. Son profesionales cualificados que han sacado su oposición. Francisco es técnico superior de actividades técnicas y profesionales, al igual que Virgilio yJavier; los demás son oficiales de actividades técnicas y profesionales. La seguridad de las presas y las de poblaciones aguas abajo está en buenas manos.


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