02 septiembre 2008

SUBIR EN BICI A PINEDA

    Una de las ventajas de la vía verde construida sobre el trazado del antiguo ferrocarril minero, es que abre la posibilidad de subir en bicicleta a Pineda de la Sierra desde Burgos con muy poco tramo compartido con los automóviles. No es un paseo corto y requiere algo de entrenamiento, pero poco.

    Por si os animáis, os hago una pequeña descripción del que, junto con otra persona, he hecho este año.

    Por lo pronto, hay que tener una bici en Burgos. Yo vengo desde Madrid, lo cual supone que hay que llegar a la ciudad en uno de los pocos trenes que permiten llevar bicicletas. Pero si no, siempre se puede alquilar una (por ejemplo, a Recicleta, 659 672 450; este año cogimos una de las suyas por un precio razonable y era una sólida y eficiente máquina). Como nuestro objetivo es compartir el menor tiempo posible con los vehículos a motor, desde la propia estación de ferrocarril de Burgos tomamos el carril bici en dirección aguas arriba del río Arlanzón y tras un ratito de calles ya estamos en La Quinta. Por aquí ya se pedalea entre árboles, ciclistas y vecinos a pie, pasando por la playa artificial de Burgos.

    Con este tramo nos ahorramos casi todo el follón de la circunvalación. Seguimos hasta un puente que sale por la izquierda y que nos introduce en la Nacional 120 (Burgos-Logroño) a la altura de los concesionarios de coches y la gasolinera, unos metros más adelante del lavadero de coches “Renuncio”. Hasta aquí no hemos tenido tiempo ni cuestas como para cansarnos.

    Ya estamos en la carretera, pero esquivamos compartirla con los coches: sea en el semáforo que hay en Renuncio, sea haciendo por el asfalto la rotonda que hay a la altura de la gasolinera, nos pasamos al lado norte de la Nacional-120 y allí encontramos el Camino de Santiago, una sendita de grava, separada del arcén de la carretera por la cuneta, lo cual nos da seguridad a los ciclistas. Es estrecha, pero no tiene mucho tráfico (y en todo caso es de peregrinos a pie, ocasionalmente alguna bici). El firme, eso sí, al ser pedregoso requiere ya un poco de esfuerzo. Hay que pasar un cruce con otra carretera, y los pasos con la que baja del cuartel militar y el pueblo de Castañares son los únicos momentos que requieren atención para no tener un incidente.

    Este Camino de Santiago lo seguimos hasta Ibeas de Juarros. Un buen lugar para parar y reponer fuerzas, con fuente y sombra (enfrente del museo Emiliano Aguirre). Aquí empieza el tramo peligroso, en el sentido de que ha de hacerse por el arcén de la carretera que va a Pradoluengo y Belorado (sale a la derecha de la Nacional 120, cerca del final de Ibeas). Ahora bien, son sólo seis kilómetros y el tráfico es mucho menor que el de la Nacional.

    Eso sí, es un tramo muy abierto, expuesto al aire y con una subida ligera pero constante, así que no es el periodo más cómodo. Nos lleva hasta Arlanzón, donde, frente al frontón del pueblo, hay también fuente (hay que pisar para que salga agua), sombra y bancos. Otro buen momento de descanso, con la tranquilidad de que llevamos la mitad del camino.

    Lo que nos queda por hacer son veintitrés kilómetros y medio por la vía verde del ferrocarril minero. La tomamos justo antes del frontón. El primer kilómetro es cómodo, atraviesa un par de carreteritas y pasa junto a la estación de aguas (que creo que abastece a Burgos).

    A partir de ahí empieza un tramo algo duro de más de diez kilómetros. Las cuestas nunca son exageradas (al fin y al cabo estamos sobre un trazado férrocarrilero) pero el firme no es muy bueno, hay baches que vigilar, y aunque alguna cuestecita abajo alivia, en conjunto se trata de una subida. Eso sí, hay momentos con una magnífica vista del valle del río Arlanzón, y las vegas de este pueblo y de Villasur de Herreros.

    Llegados al kilómetro 13 de la vía (están rotulados), se disfruta de tres kilómetros cómodos y bonitos, entrando ya en bosques, principalmente de pino y de roble. Aunque aquí también habrá alguna cuestecilla arriba, ahora la tendencia es la contraria: largas bajadas, con curvas suaves y continuas, lo que acaba suponiendo un buen descanso psicológico en la ruta. Los dos kilómetros siguientes, hasta el 18, vuelven a tener subidas, pero en conjunto resultan cómodos.

    Conviene avisar que hay dos puntos en el recorrido en que la vía no ha reconstruido puentes (¿falta de presupuesto?) y nos encontramos de pronto con unas pendientes en U importantes (en cuanto a pendiente, no a longitud, no llegan a cien metros ninguno de los dos). Si va uno atento (hay además carteles de ‘pendiente pronunciada’) no pasa nada, aunque algunos los pasamos pie a tierra.

    Ya estamos en el pantano (el más alto y antiguo de los dos que tiene el río desde Burgos hacia sus fuentes) y apenas nos quedan cinco kilómetros y medio. Pese al cansancio acumulado, son más pesados que duros, especialmente las rectas finales de la Dehesa.

    Abandonamos la vía al ver la Ermita, donde una cinta asfaltada nos sube hasta la carretera, ya en el interior del pueblo.

    ¿Y la vuelta? La ruta es la misma, pero la percepción muy diferente: un agradable y largo paseo.
Cardobiur.

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